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Terrissal es una empresa simulada que inició su actividad en julio de 2006 con el fin de capacitar a personas en el campo de la administración y gestión empresarial mediante la metodología de la simulación de empresas.

 

Nuestra empresa se ​dedica a la comercialización de la alfarería única de El Vendrell. Ofrecemos a nuestros clientes la fusión entre el diseño y la artesanía, por eso nuestros productos están elaborados a partir de la imaginación y el trabajo manual del artista. Si quieres comprar algún accesorio realzado en barro, aquí seguro que encontrarás lo que estás buscando.

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PROGRAMA SEFED

El Programa SEFED (Simulación de Empresas con Finalidades Educativas) es un proyecto de Formación Ocupacional que tiene como finalidad la formación de administrativos/as polivalentes mediante la metodología de la simulación de empresas, en un centro que funciona como una empresa real y donde los alumnos actúan como trabajadores, pasando por todos los puestos de trabajo de los departamentos de recepción, contabilidad laboral y comercial. La simulación se complementa con redes sociales e informática mediante el autoaprendizaje y formación online de contenido relacionado.

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Historia de la alfarería en El Vendrell

La presencia de la cerámica como actividad económica en El Vendrell se remonta a los siglos XVII y XVIII, cuando se producen algunos cambios de carácter económico y social que marcarán el devenir de la villa, como la aparición de un nuevo cultivo: la vid.

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Hacia 1879, constan las primeras referencias de talleres alfareros que debían estar fuera de las murallas de la villa, que entonces rodeaban el núcleo, por motivos de seguridad, ya que se producían humos molestos y había peligro de incendios. Por este motivo, toda la actividad alfarera se concentraba en las inmediaciones del torrente de La Bisbal, que, al mismo tiempo, era uno de los lugares donde se obtenía la materia prima, la arcilla. Otros lugares de extracción de material eran Mas Borràs, Mas Canyís, Les Torretes y Tomoví.

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En Sant Vicenç de Calders estaba la partida llamada del Salonar, de la que se sacaba el sablón, que en El Vendrell se llamaba saldón. Esta arena amarillenta con propiedades refractarias se utilizaba para recubrir las paredes interiores de los hornos y extender la obra a la era y evitar que se pegara. Otro material necesario para las hornadas era la leña, que se obtenía de bosques cercanos como los de Mas Borràs. Actualmente, se utilizan hornos de gas o de electricidad.

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En la comarca se han hallado restos arqueológicos que demuestran que unas de las primeras piezas que el hombre fabricó fueron las herramientas de tierra cocida. En Tomovi hay un horno de cerámica del siglo II dC y, desde entonces, se cree que la producción de cerámica habría continuado a lo largo de los años hasta nuestros días.

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La alfarería de El Vendrell tiene unas formas y unos colores característicos: el botijo y la jarra, el color verde y el color miel. Asimismo, también se trabajaban utensilios relacionados con las aves de corral y la ganadería.

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Los talleres de El Vendrell

Uno de los primeros talleres que hay documentado era Cal Gerrer, obrador de la familia Fabré, datado del siglo XVIII. Estaba situado en la calle Cristina Baixa, justo al lado de la riera de la Bisbal. Tenía un patio exterior donde se preparaba la arcilla.

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​Desde finales del siglo XIX los talleres de los alfareros estaban repartidos por toda el área periférica de la villa. Se tiene constancia de los siguientes:

- En la calle de Àngel Guimerà, la familia Serra.
- En la calle de Montserrat, e
squina con la calle de Sant Magí, Els Bonsoms.
- En la calle de Sant Magí, la alfarería de Fèlix Vidales Guarro.
- En la calle de Albinyana, la familia Moragas.
- En la calle del Pou, la familia Fontana y la familia Guinovart.
- En la calle de la Barceloneta Baixa, la familia Nin.
- En la calle Estela, las familias Pere Fontana.
- En la calle Santa Anna, la familia Font.
- En la calle Cristina Alta, los Rovirosa, documentados hasta finales del siglo XIX.
- En la calle X, Els Guivernau, venidos de Esparreguera a finales del siglo XIX.
- En la calle de Mar, los ladrillos Figueres y los cantireros Poblet.

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Algunos de estos talleres se vieron afectados por la apertura de nuevas calles, lo que les obligó a cerrar o desplazarse. Muchos de estos talleres combinaban la producción de barro utilitario con la de tejas, baldosas y ladrillos, sobre todo en épocas de gran demanda, como en 1874, después de la tercera Guerra Carlista; durante la preparación de las Exposiciones Universales de 1888 y 1929 en Barcelona, y, más tarde, durante y después de la Guerra Civil Española.

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Algunos alfareros se dedicaban únicamente a esta tarea, como la familia Casas, ladrillos del siglo XVIII; la familia Figueres, naturales de Pallejà, que tenían el obrador en la calle de Mar, o los Vidal, que se asentaron en la calle de la Carnisseria, donde estaba la llamada Torre de la Rajoleria, que en la entrada de los carlistas fue utilizada para defender la villa.

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A finales del siglo XIX, los Nin, que contaban con una larga tradición alfarera porque anteriormente habían sido cantireros, agrandaron el pequeño taller de la calle de la Barceloneta Baixa para abrir una fábrica de 1.000 metros cuadrados. Esta fábrica se especializó en piezas destinadas a la ornamentación, tejas esmaltadas en diferentes colores, balaustres, baldosas rojas y baldosas decoradas de estilo modernista. Los Nin exportaron baldosa roja no sólo a todo el territorio español, sino también a América, donde se conoce con el nombre de recilla de El Vendrell.

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En la calle del Duque de la Victoria, actualmente de Andreu Nin, estaba la baldosa de los Esvertit, conocidos con el nombre de Mismo. También habían sido cantireros y destinaban una pequeña parte de su taller para botijos y jarras. Junto a la familia Nin, fueron de las industrias más importantes durante la última década del siglo XIX. Gran parte de la decoración arquitectónica de reminiscencias modernistas de El Vendrell es de ellos. Las baldosas de Fèlix Vidales Guarro y Josep Vidal les seguían en importancia.

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En la calle Santa Anna, cerca de la carretera de Valls, Joan Llansà Barot instaló a principios del siglo XX una pequeña industria de baldosas y tejas. Su hijo Salvador heredó la fábrica. La viuda de éste y su hermano, Maria y Casimiro Coll, se hicieron cargo de la empresa en 1929. A partir de entonces Vídua Llansà o Cal Coll se caracterizó por su afán de experimentación en nuevas técnicas, materias , piezas y barnices. El azulejo rojo era uno de sus productos de mayor éxito y en los años cincuenta incorporaron la sección Italita, que consistía en la producción de baldosas barnizadas de una gran dureza.

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Artcile. New Ceramic Magazin

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